Llegué a un descampado en dónde varios de mi grupo rodeaban un cuerpo. Me acerqué y lo vi. Un chamo, un carajito, boca arriba, no se veía sangre ni heridas, pero estaba muerto. Ese fue el primer muerto que vi en la campaña. Por debajo del uniforme verde oliva tenía la típica franela de rayas horizontales azules y blancas que usan los rusos.