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Rusia se afianza en el juego geopolítico por Latinoamérica junto a Venezuela y Cuba

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Francisco Olivares

Qué tanta importancia podría tener Venezuela y Cuba para Rusia, para que el secretario del Consejo de Seguridad, Nikolái Pátrushev, se tomara un tiempo para viajar al Caribe y reunirse con los gobernantes, Miguel Díaz Canel de Cuba y Nicolás Maduro de Venezuela, en momentos que protagoniza una invasión militar contra Ucrania que le ha dejado 180 mil muertos a su propio ejército y daños severos a su economía. Para Pátrushev, la guerra contra Ucrania es ahora un conflicto contra la OTAN y Latinoamérica podría jugar un rol clave en ese conflicto.

Nicolás Maduro recibió el pasado 28 de febrero a Nikolái Pátrushev, quien ya venía de reunirse con Miguel Díaz Canel en La Habana, Cuba, considerado el segundo hombre en la jerarquía del poder en Rusia y mano derecha de Vladimir Putin. El mandatario venezolano se reunió en privado con Pátrushev para discutir el aumento de la "cooperación estratégica" con Rusia, según comunicado oficial.

En el encuentro con el Jefe de Estado venezolano participaron también los secretarios adjuntos del Consejo de Seguridad; el embajador de Rusia en Venezuela, Sergey Mélik-Bagdasárov y el ministro de la Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López. Los funcionarios repasaron los “desafíos de la geopolítica actual, los avances de las relaciones entre Venezuela y Rusia y el papel de ambas naciones en el rechazo de las medidas coercitivas unilaterales”, señaló el canal estatal VTV, que transmitió imágenes del encuentro. Asimismo, evaluaron temas como la seguridad regional en América Latina y el Caribe, la cooperación militar y la defensa civil. Se hace evidente que la guerra contra Ucrania y la alianza geopolítica son prioridades para Rusia. De allí la visita del secretario de Seguridad a estas dos naciones latinoamericanas a quienes considera sus más importantes aliados en la región.

Pátrushev no es uno más del estamento ruso; es el hombre clave en el poder detrás de Putin, es uno de sus posibles herederos y uno de los hombres más importantes del grupo de la ex KGB, la agencia de inteligencia en los tiempos de la Unión Soviética (URSS), cuyos agentes, han sido los creadores del nuevo Estado ruso construido por un grupo de los miembros de la inteligencia de la vieja escuela que oportunamente ascendieron al poder, tras la salida de Boris Yeltsin de la presidencia en 1999; una salida que marcó el fin de los líderes que protagonizaron la transición hacia la democracia tras la caída del comunismo.

La historia detrás de Putin

La periodista e investigadora, Catherine Belton, devela la historia oculta detrás de Vladimir Putin, en su libro: “Los hombres de Putin”, y el círculo cercano que hoy domina la política, la defensa y la economía del país, formado principalmente por ex miembros de la KGB, encabezados por Putin y Pátrushev.

Apoyada en documentos y testimonios, relata de forma implacable, cómo este grupo de ex agentes se apoderó de las empresas privadas para repartirlas entre sus aliados, extendiendo su poder a Europa y Estados Unidos y cómo la KGB aprovechó el caos originado por la caída de la URSS para hacerse con el control político y económico del país, borrando los límites entre el crimen organizado y el poder político mientras silenciaba cualquier atisbo de oposición.

Belton entre 2007 a 2013 fue corresponsal en Moscú del Financial Times. Su investigación fue galardonada como libro del año por The Economist, Financial Times, New Statesman y The Telegrap.

Acoso judicial

Belton ha sido acusada y amenazada en varios juicios por difamación presentados por multimillonarios rusos del grupo de la KGB contra ella y su editorial HarperCollins UK. En diciembre de 2022, la filial británica de la editorial HarperCollins llegó a un acuerdo con el oligarca ruso Roman Abramóvich para poner fin a un contencioso por difamación. La editorial británica gastó más de 1,5 millones de euros en abogados para defender el libro y la autora tuvo que adoptar medidas extraordinarias de seguridad por las amenazas que recibió.

También ha sido denunciada por difamación por la estatal petrolera rusa, Rosneft; su editor enfrenta proceso por difamación del empresario ruso Mikhail Fridman y HarperCollins fue encausada además por el banquero ruso Petr Aven por presuntas violaciones a la protección de datos.

Estos juicios con reclamaciones cuantiosas se denominan SLAPP (Strategic lawsuits against public participation) y son un peligro para la democracia ya que buscan con tácticas legales intimidatorias, perseguir la extenuación psicológica o económica y, en última instancia, la autocensura, explicó Luis Ruiz-Rivas García, abogado especializado en el Derecho a información y al entretenimiento. “Los pleitos estratégicos contra la participación pública se caracterizan principalmente por su carácter abusivo, dado que con ellos no se persigue un resultado favorable para una reparación legítima, sino amedrentar y coartar el ejercicio de las libertades de información y expresión sobre cuestiones de interés público, pero cuya cobertura y tratamiento afecta negativamente a intereses de personalidades o corporaciones con sobrados recursos financieros y legales para impulsarlos”, indicó.

Autocracias vs democracias

La fórmula para acceder y permanecer en el poder, aplicada por los ex KGB tiene semejanzas a lo que ha venido ocurriendo en Venezuela y Nicaragua, los dos países cuyos gobiernos se han alineado más claramente a ese modelo de control político y económico. Aunque el chavismo habla en nombre del socialismo y la igualdad, lo que predomina es el poder económico vinculado al estamento político, con ausencia de controles internos, vínculos con el crimen organizado y la eliminación de toda disidencia. Los regímenes autocráticos, cada uno con sus propias particularidades, se han ido forjando en una alianza contra las democracias occidentales. Allí también se alinean los regímenes severos como Irán en donde se ha privado a la mujer de todos los derechos y la disidencia se castiga con la muerte.

Desde el comienzo de la invasión a Ucrania en febrero de 2022, Maduro expresó su fuerte apoyo a las acciones militares de Rusia, condenando “la actividad desestabilizadora de los Estados Unidos y la OTAN” y acusándolos de querer acabar con Rusia por la vía militar. “De estas batallas de hoy surgirá el pueblo de mañana, mundo de paz multipolar, de diálogo y de respeto” dijo.

El Jefe de Estado venezolano instó a formar “un poderoso bloque de fuerzas” latinoamericano para unirse a China y Rusia, sus grandes aliados. El mandatario dijo que habló al respecto con los gobernantes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; de Colombia, Gustavo Petro; y de Argentina, Alberto Fernández, durante la presentación del informe anual de su gestión ante la Asamblea Nacional el pasado 13 de enero de 2023.

“América Latina debe avanzar en el fortalecimiento de una nueva geopolítica regional para construir un mundo multipolar creando alianzas con Rusia y China. Se avecina una nueva etapa especial para aunar esfuerzos y medios en la región y conformar un grupo de fuerzas políticas y económicas. Para que ese mundo llegue, hace falta un bloque latinoamericano y caribeño cohesionado, unido y avanzado. Ese grupo se convertirá en una nueva línea de fuerza con China y Rusia, la cual traerá progreso y prosperidad. Venezuela se pone al frente de la batalla por la construcción de ese mundo de patria grande”, expresó Maduro.

El hombre de la KGB

El 7 de mayo de 2000 Putin asumió el poder como presidente de Rusia y en el Palacio del Kremlin se celebró el primer traspaso del poder de forma pacífica. Boris Yeltsin el principal protagonista de la transición que había enterrado el comunismo en Rusia anunciaba el advenimiento de un país libre, de una democracia. Sin embargo su sucesor tenía un discurso distinto. Hacía énfasis en no olvidar la historia, las glorias pasadas y que Rusia era un país poderoso.

Belton en su libro narra que: “ocultos y desapercibidos entre la masa de funcionarios que atestaban el dorado salón de Andréyevki estaban los hombres de la KGB que Putin se había traído de San Petersburgo”. Transcurridos varios días después de la toma de posesión, la década de cambios hacia la democracia, de la que tan orgulloso se sentía Yeltsin, tomaría otro camino en manos del nuevo gobernante.

Entre los nuevos privilegiados se encontraban empresarios vinculados a la KGB como Yuri Kovalchuk, ex físico que se convertiría en el mayor accionista del Banco Rossiya, la entidad creada por el Partido Comunista en el ocaso de la URSS. También estaba Guennadi Timchenko, agente de la KGB que había trabajado estrechamente con Putin para controlar las exportaciones de crudo de San Petersburgo. Hombres que se habían curtido en las despiadadas luchas por el dinero de la economía y una red de aliados que habían trabajado desde la KGB de Leningrado.

En la lista de los nuevos amigos del poder se encontraba Pátrushev, quien había sustituido a Putin como director del Servicio Federal de Seguridad de la Federación de Rusia o FSB, agencia de inteligencia que sustituyó a la KGB, cuando fue nombrado primer ministro en 1999. Pátrushev había ocupado cargos de alta responsabilidad en la FSB de Moscú desde 1994 y había trabajado con Putin en la División de Contraespionaje de la KGB de Leningrado a finales de los 70.

Estando en la FSB fue trasladado a Moscú donde ascendió rápidamente en la agencia. Una persona próxima a él lo describe en el libro de la periodista Belton, como “un hombre soviético de la vieja escuela pero con capitalismo. El ve el capitalismo como un arma para recuperar el poderío imperial de Rusia”. Otro allegado a Putin compartía esa misma visión: “Petru ha sido siempre un visionario, un ideólogo de la reconstrucción del imperio. Es el que metió a Vladimir Putin en todas esas ideas”.

Los distintos testimonios de funcionarios y empresarios e incluso ex agentes compañeros de ruta, que más tarde fueron perseguidos, incluso en sus exilios en Europa, en el libro de Belton explican cómo a la llegada al poder el séquito de Putin en KGB mutó para enriquecerse con el nuevo capitalismo y como ello permitió el surgimiento de un “Estado profundo” formado por los gentes de la KGB que siempre habían acechado en segundo plano durante los años de Yeltsin. Ahora emergerían para monopolizar el poder y acabarían con poner en peligro a Occidente.

La cleptocracia de la era de Putin pretendía algo más, no solo que los amigos de Putin se llenaran los bolsillos, sino que los miles de millones de dólares obtenidos por ese grupo debían usarse para socavar y corromper las democracias de Occidente. Para ello retomaron el manual de la estrategia de la KGB durante la guerra fría que consiste en financiar partidos políticos aliados y erosionar al enemigo imperial. La diferencia es que “ahora esas tácticas se financian gracias a un pozo de dinero más profundo y a un Kremlin que se ha vuelto más experto en las artimañas de los mercados y ha penetrado con sus tentáculos en las instituciones de Occidente”, opinan ex funcionarios.

“Los líderes de las organizaciones criminales rusas. Sus miembros y colaboradores se están introduciendo en Europa occidental, adquieren propiedades, abren cuentas bancarias, crean empresas, se funden con el tejido de la sociedad, y cuando Europa se dé cuenta ya será demasiado tarde”. Es una cita de un ex agente del FBI, Robert A. “Bob” Levinson, que destaca Belton en su libro. Levinson desapareció el 9 de marzo de 2007 en la isla iraní de Kish, en un complejo turístico del golfo Pérsico, cuando había ido a reunirse con un fugitivo estadounidense conocido como Dawud Salahuddin, en calidad de investigador privado. Sus familiares creen que falleció en poder de las autoridades iraníes.

No hay lugar para Rusia en Occidente

En diversas declaraciones Pátrushev ha ratificado que “los eventos en Ucrania no son un choque entre Moscú y Kiev sino una confrontación militar entre la OTAN, principalmente Estados Unidos y Gran Bretaña, con el objetivo de eventualmente borrar [a Rusia] del mapa político del mundo”, según reseñó Sputnik en enero de 2023.

Pátrushev también ha opinado que “no hay lugar para nuestro país en Occidente. Un grupo de potencias mundiales está molesto con Rusia porque disfruta de ricos recursos, un vasto territorio, gente inteligente y autosuficiente, que ama a su país, sus tradiciones e historia. Las corporaciones transnacionales están nerviosas por la visión del mundo y la divergencia ideológica entre Rusia y los países que están bajo el control del capital occidental. Las corporaciones están enfocadas en enriquecerse y en desarrollar una sociedad de consumo. Rusia, por otro lado, representa un equilibrio razonable entre los valores espirituales y morales, y el desarrollo socioeconómico. En este contexto, los occidentales buscan debilitar nuestro país, desmembrarlo, destruir el idioma ruso y el mundo ruso. Hace mucho que perfeccionaron la tecnología para socavar a sus adversarios desde adentro y fragmentarlos en pequeños Estados”.

De la Stasi al nuevo poder

En 1985 Putin con 32 años llegó a Alemania Oriental para establecerse en una gran mansión para funcionarios de inteligencia de la Stasi, en la Alemania comunista, a cuatro años de que cayera el Muro de Berlín. Para ese momento ya era un agente de la élite de la KGB, después de haber trabajado desde 1975 en la unidad de contrainteligencia de Leningrado. Fue designado a una misión en el extranjero y lo destinaron a Dresde, en la Alemania Oriental (RDA) donde compartió las actividades de espionaje con los agentes de la Stasi, que para aquel momento se había convertido en el eje del mercado negro para sostener la economía del bloque soviético y un punto importante en el robo de tecnología y secretos científicos a occidente con agentes encubiertos desplegados en los países más desarrollados de occidente.

Esa actividad de espionaje se complementaba con el seguimiento a las actividades de la OTAN y la promoción de grupos armados insurgentes en Asia y América Latina. Tras la caída del muro de Berlín, Putin regresó a Rusia y se instaló en su pueblo natal, Leningrado, en donde se vinculó al movimiento democrático emergente, trabajó en la Universidad de Leningrado de donde había egresado como abogado y de allí se proyectó como dirigente del movimiento democrático. Pero en sus actividades en ese centro de estudios estaban agrupados varios de sus agentes de la KGB ahora en función de vigilar, consolidar nuevos planes e investigar los vínculos de las nuevas figuras que ascendían al poder y los comicios electorales que por primera vez se hacían en Rusia. Putin se convirtió en el hombre detrás de quien sería el nuevo alcalde de Leningrado, Anatoli Sobchak, electo en 1991, ciudad que recuperó su nombre original San Petersburgo tras un referendo.

23 años en el poder

Putin, nacido el 7 de octubre de 1952, ascendió al máximo poder como jefe de gobierno tras la renuncia de Boris Yeltsin en diciembre de 1999. Ya era era primer ministro y se convirtió en presidente interino, luego fue electo presidente en marzo de 2000. En 2004 obtuvo su segundo mandato, pero se le impidió aspirar a un tercer período consecutivo de acuerdo a la Constitución. Dimitri Medédev fue electo su sucesor en 2008 mientras Putin regresó a ser primer ministro, manteniendo intacta su influencia en el poder. En marzo de 2012 Putin fue electo nuevamente presidente y en 2018 repitió mandato, previsto hasta 2024.

Uno de sus discursos que marcarían su forma de gobierno y sus objetivos más profundos lo expresó Putin en 2005, a un año de ser electo por primera vez como presidente. En un discurso en el Kremlin, Putin caracterizó el colapso de la Unión Soviética como “la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX”. Un pensamiento que no ha abandonado; por el contrario, lo ha ido reforzando con cada anexión como la que se pretende con la invasión a Ucrania.

Maduro contra Occidente

Con la guerra de Ucrania se vuelve a materializar el proyecto expansionista con el que sueña Putin, sus incondicionales de la ex KGB y el nuevo poder económico que construyó al lado de sus agentes desde San Petersburgo.

La alineación a ese proyecto pactado por Nicolás Maduro desde Venezuela e iniciado por Hugo Chávez desde el comienzo de su revolución del siglo XXI, define el camino político y económico establecido por el chavismo y que se sintetiza en un concepto de enemigos del modelo democrático occidental, de Estados Unidos y de la Unión Europea.

La alianza no solo se materializó en las posturas de respaldo internacional, sino que se concretó en acuerdos políticos, económicos y militares convirtiéndose Rusia en el segundo proveedor de armas para Venezuela después de China, y Venezuela pasó a ser el primer comprador de armas a Rusia en Latinoamérica. Lo más destacado en esas compras ha sido el sistema de defensa aérea venezolano dispuesto en regiones estratégicas.

Lo que resulte de la guerra contra Ucrania que se ha ido extendiendo a la OTAN y a al mundo occidental, también tendrá un impacto en Venezuela y en toda América Latina, tras la cual se fortalecerá o se debilitará esa alianza que augura el fin del liderazgo político, económico y militar de las democracias occidentales.

Venezuela se ha colocado al lado de la minoría de países que apoyan a Rusia en su invasión a Ucrania, a pesar de los ataques con bombardeos contra zonas civiles y la destrucción de ciudades. Ya son cerca de 300 mil fallecidos, más de 18 millones de ucranianos necesitados de ayuda humanitaria en Ucrania, 7,83 millones han huido del país y 6,5 millones son desplazados internos. Todas las resoluciones de la ONU en contra de la invasión rusa a Ucrania han contado con la mayoría de los países del mundo con votaciones en las diversas resoluciones que exigen la retirada de Rusia a favor con 140 países, 5 de ellos en contra y 35 abstenciones.

Venezuela sigue sin derecho al voto en la ONU debido a la deuda que mantiene con la organización. En octubre de 2022 quedó fuera del Consejo de Derechos Humanos de la ONU al no conseguir los votos de los países para continuar en el organismo.

A las puertas de la guerra

A mediados de marzo fue derribado un dron armado de fabricación china en la zona este de Ucrania. Ese hallazgo podría indicar el envío de armas a Rusia por parte de del presidente chino, Xi Jinping en apoyo a Rusia en el conflicto armado. El líder chino confirmó su asistencia a una próxima reunión con Vladimir Putin en Moscú en un este momento clave del conflicto que Rusia mantiene en Ucrania. Jinping ha sido aliado estratégico para el Kremlin desde el ascenso al poder en 2012. Dicha reunión y la presencia de armamento chino en la guerra preocupa a los miembros de la OTAN que temen que el acercamiento de China se profundice con el respaldo militar y armado Moscú.

Xi Jinping también se ha convertido en un mandatario que aspira a mantenerse en el poder indefinidamente. El 15 de noviembre de 2012, fue confirmado por Comité Central del Partido Comunista de China, como Secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China. Tras esto declaró que sus principales metas serían fortalecer la nación, coincidiendo con Putin en la aspiración hegemónica global. El 14 de marzo de 2013, tras la confirmación de la Asamblea Popular Nacional de China, Jinping asumió la presidencia de la República Popular China. El día 11 de marzo de 2018 el Comité Central del Partido Comunista de China votó a favor de la reforma de la Constitución que permitirá a Xi Jinping presentarse indefinidamente a la reelección, acabando con el límite de dos mandatos que establecían sus leyes.

Otro evento que se agrega al conflicto mundial es la reciente decisión de la Corte Penal Internacional de La Haya de ordenar la detención contra el presidente ruso, Vladimir Putin por crímenes de guerra. Rusia no reconoce a este organismo respaldado por países que se han adscrito al Estatuto de Roma. Es de recordar que tampoco China, India, Turquía, Israel y Estados Unidos reconocen esa instancia que se ocupa de juzgar a responsables de delitos graves como crímenes de guerra, contra la humanidad, genocidio, agresiones entre Estados, así como violaciones de los derechos Humanos que remite la ONU a la Corte Penal.

De manera que Putin inicia el camino de otras autócratas procesados por la CPI como Omar Al Bashir, quien fue presidente de Sudan desde 1993 y estuvo tres décadas en el poder. Muamar Gadafi, quien gobernó Libia durante 42 años, fue acusado por crímenes contra la humanidad desde 2011 y murió tras ser derrocado en octubre de ese mismo año. Venezuela, bajo la presidencia de Nicolás Maduro desde 2013, es el primer país del continente investigado por crímenes de lesa humanidad en la Corte de la Haya.