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Asesinato del candidato en Ecuador obliga a revisar desafíos para el cambio en Venezuela

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grey, weapon, gun and holding by Max Kleinen

Francisco Olivares

El crimen del político ecuatoriano, en días previos a las elecciones presidenciales, “es un campanazo, una llamada de atención, para quienes se ocupan de los asuntos políticos en Venezuela”, señala la politóloga Paola Bautista de Alemán, consultada por Eko.red sobre sus efectos en Latinoamérica.

Los primeros reportes de lo ocurrido confirman que la acción criminal fue ejecutada por una banda de sicarios integrada por colombianos y un venezolano. Ello indica que fueron contratados para ese objetivo. Uno de los sicarios murió, en extrañas circunstancias, en aparente enfrentamiento con las autoridades policiales al momento de ser apresado.

Las reacciones públicas iniciales en Ecuador sobre quienes podrían estar detrás de lo ocurrido apuntan al móvil político, de parte del sector que preside el ex presidente Rafael Correa, dadas las reiteradas denuncias de Fernando Villavicencio contra Correa y sus últimas declaraciones, dos días antes del atentado, en las que anunció que haría públicos documentos y videos comprometedores que involucraban al fundador del partido, Alianza País, quien se encuentra asilado en Bélgica, tras una sentencia de ocho años por corrupción.

Villavicencio, como periodista y como político, fue un fuerte denunciante de las mafias del narcotráfico, el crimen organizado y los vínculos de estas organizaciones que se han fortalecido con sectores políticos, especialmente con el correísmo.

En los últimos años, las más grandes organizaciones del narcotráfico como Los Lobos, Los Choneros, Lagartos, R7 y otras, ligadas a carteles mexicanos y colombianos, se han fortalecido y han promovido la violencia en las calles de Ecuador generando una fuerte desestabilización en ese país como repuesta a las políticas que se iniciaron en el período presidencial de Guillermo Lasso para enfrentar a estas bandas organizadas vinculadas a carteles mexicanos y colombianos. Estas bandas han sido declaradas como terroristas.

Paola Bautista de Alemán, politóloga y periodista, ha sido presidente de la Fundación Juan Germán Roscio; del Instituto FORMA (Formación y Acción), que maneja la capacitación del partido Primero Justicia; es miembro de la dirección nacional y tiene varias publicaciones. Fue editora del libro “Autocracias del siglo XXI: caso Venezuela”, de Editorial Dahbar, investigación en la que participaron importantes académicos y especialistas sobre las autocracias del siglo XXI en el que identifican cómo, en los tiempos actuales, las nuevas autocracias se han vinculado al narcotráfico y a organizaciones delictivas para consolidarse en el poder.

A juicio de Alemán, el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio es una noticia dolorosa y lamentable; y considera que una vez más Latinoamérica enfrenta un episodio de violencia política que en este caso concreto está relacionado con el crimen organizado y el  narcotráfico en Ecuador.

Es de resaltar que Ecuador es el cuarto país con mayor violencia en Latinoamérica y es uno de los principales centros del tráfico de drogas que se envía a Europa y Estados Unidos.

A pocas horas del asesinato de Villarroel, circuló un video de un grupo de hombres armados y encapuchados asumiendo la autoría del crimen. En el video, se identificaban como miembros de la banda Los Lobos, vinculada al narcotráfico. En el mensaje amenazaban con hacer otros atentados si no cumplían los compromisos contraídos. Sin embargo, al poco tiempo, jefes de esa organización, con el rostro descubierto, desmintieron en un video esas declaraciones y señalaron que era un mensaje falso para desviar la verdadera realidad de quienes son los responsables del atentado. Al parecer hay un gran interés de los autores intelectuales, de ocultar la identidad del grupo u organización que ordenó el asesinato. Incluso, horas después de haber sido asesinado, hombres armados atacaron las oficinas de la campaña en Quito del Movimiento Construye que apoyaba a Villavicencio.

Transición y violencia

Paola de Alemán destaca que en Ecuador se ha venido produciendo un proceso de transición desde el llamado “correísmo” hacia la democracia que comenzó con el sucesor de Correa en 2017, Lenin Moreno, quien tomó un camino diferente al impuesto por su antiguo aliado y realizó importantes reformas que sentaron las bases institucionales y políticas para un cambio que permitió elecciones libres. “La transición comenzó a través de las urnas electorales” sostiene la politóloga.

Explica que después de la presidencia de Correa de 10 años (2007-2017) el candidato del correísmo, Lenin Moreno, obtuvo el triunfo en unas polémicas elecciones, frente a Guillermo Lasso; pero al llegar al gobierno creó las bases institucionales y políticas para estabilizar el proceso democrático. En elecciones libres, en 2021, ganó el opositor, Lasso, con lo cual se produjo el cambio político y comenzó el declive del correísmo.

Señala también que durante el gobierno de Lasso hubo políticas que pueden ser cuestionables pero hubo más apertura y un manejo distinto del Parlamento que facilitó acuerdos con de las distintas tendencias.

A su juicio un punto importante de destacar es el trato que el gobierno de Lasso quiso darle al problema del narcotráfico y el crimen organizado, que durante el correísmo penetró en los espacios del Estado ecuatoriano. “A Lasso le fue imposible gobernar cuando intentó ponerle límites al crimen organizado y al narcotráfico”, afirma.

En su opinión ese enfrentamiento con el crimen organizado le costó la estabilidad al gobierno de Lasso y hace unos meses tuvo que convocar elecciones adelantadas. Villavicencio, el político asesinado, era un candidato opositor enfrentado al correísmo que figuraba de segundo o tercer puesto de la preferencia electoral, según los sondeos. En su discurso se pronunciaba con firmeza en contra del crimen organizado.

Para Paola de Alemán ese lamentable episodio visto desde Venezuela nos impone desafíos a los venezolanos y nos llama a la reflexión.

-¿En Venezuela estaríamos en un punto en que el conflicto político podría devenir en situaciones de violencia extrema como en el caso ecuatoriano?

El Estado venezolano está sumamente degradado. Esta calificado como un Estado frágil, que significa que ha perdido su capacidad en el monopolio de la violencia, de control territorial, asistencia a los ciudadanos y ha entregado competencia a fuerzas irregulares como en Táchira al ELN, en Caracas en la Cota 905, en cárceles del país y en las zonas mineras.

Si en algún momento logramos reconquistar la democracia, en el mejor de los casos, a lo que se está apostando es a la recuperación de la democracia por una vía electoral, tal como ocurrió en Ecuador. Tenemos que reflexionar en cómo vamos a gestionar la restitución de las capacidades estatales, sobre todo, las relacionadas con el control de la violencia y el control territorial cuando las instituciones y la Fuerza Armada Nacional tienen relaciones abiertas con el narcotráfico y con el crimen organizado.

Evidentemente no tenemos la respuesta para esta situación. Lo que sí creo es que es muy importante para la comunidad política dentro y fuera del país, preocupada por el proceso de democratización de Venezuela, comprender las dimensiones del problema que estamos viviendo.

-¿Es decir que con esos claros vínculos entre organizaciones delictivas, instituciones del Estado y el poder político, la transición democrática en Venezuela estaría amenazada por la violencia?

Esto no es una transición como las que se conocieron en el siglo XX, donde se enfrentan dos sectores con posturas opuestas, pero finalmente pueden llegar a acuerdos, firman un pacto y siguen adelante, como fue el Pacto de Punto Fijo en 1958 o la Concertación que hubo en Chile.

Los desafíos del siglo XXI son mucho más complicados. Creo que lo primero es asumir las dimensiones del problema. Es un problema trasnacional porque estas fuerzas del crimen y del narcotráfico tienen bastiones políticos dentro de instituciones internacionales. Lo que estamos viendo en regímenes autocráticos es el fin de las democracias pactadas.

-¿Lo que sucede en Venezuela, con el fortalecimiento de las bandas organizadas aliadas al poder político, es un proceso que se está dando en el continente? ¿El asesinato de este líder en Ecuador sería un ejemplo de esta fusión del crimen y la política?

En Latinoamérica estamos viendo varios casos de ese ascenso. Además de lo que se está viviendo en Venezuela, se destaca el caso de México que, quizás es uno de los más complejos, o el colombiano. Chile lo padece pero a modo de resistencia, dado allí hay un Estado democrático que intenta detener a estas fuerzas.

La verdad es que el crimen organizado se ha convertido en un problema transversal a las realidades políticas de nuestro continente, por eso es que surgen opciones políticas como la del presidente Nayib Bukele, en El Salvador, que tienen un déficit democrático importante pero que prometen y garantizan cierto orden a la ciudadanía y por eso cuentan con popularidad; pero la verdad es que no hay que perder de vista que no son regímenes deseables y no son democráticos.

-¿En Venezuela, más que un ascenso de las bandas organizadas se podría hablar de convivencia con el poder político?

En países como Ecuador, Colombia, Brasil o México, todavía existe un Estado. Hay mayor violencia cuando hay resistencia desde el Estado. Si el Estado se resiste al avance del crimen organizado se genera mayor violencia, que es lo que pasó en Ecuador. ¿Cuándo aumentó la violencia y la delincuencia en Ecuador? Cuando el Estado ecuatoriano comenzó a ponerle límites al narcotráfico cada vez que había la captura de un alijo de drogas, se producía un motín en una cárcel, un secuestro en una ciudad. La resistencia al avance, a ponerle límites, genera confrontación y eso alimenta la violencia.

En Venezuela el gobierno no se resiste al avance del crimen organizado porque ya es parte. Por esa razón cualquier proceso de democratización que busque purificar al Estado venezolano, de estas fuerzas o estas realidades, definitivamente generará una resistencia desde el poder y conducirá a un choque contra los deseos de cambio. ¿Cómo vamos entonces a gestionar esa realidad en caso de que se presente?. Yo no tengo una respuesta pero veo muy cercano el problema en el caso que se produzca un proceso de cambio político.

-Hemos comenzado a presenciar más amenazas y acciones violentas en Venezuela desde voceros del gobierno, incluso de altos jefes militares, contra candidatos a las primarias en la medida en que se profundizan las movilizaciones de apoyo a un cambio político.

En la medida en que el cambio político se convierta en una opción y despierte los deseos de cambio político en esa medida vamos a sentir que las capacidades coercitivas del Estado venezolano se van a profundizar. Vamos a sentir los ataques porque se sienten en peligro, en riesgo de perder el poder, y por supuesto aumentan los niveles de agresividad.

Por eso es muy importante por parte de quienes hacemos política advertir las dimensiones de esos riesgos, que la prudencia no se confunda con miedo, y que trabajar con rectitud pueda ser acompasado con esos riesgos que van a venir. En la medida en que esos riesgos van apareciendo significa que estamos trabajando en el sentido que debemos hacerlo y es donde comienza a obrar la prudencia política, de manera que eso nos lleve a buen término. Pero es difícil llevar esto a un plano esperanzador y decir que esto va a pasar. La realidad es que un Estado como el venezolano, degradado en su institucionalidad, en sus capacidades, es difícil que la restitución de esas capacidades no generen resistencia y episodios de violencia.

Sobre las autocracias

En la línea de investigación que desarrolló el equipo liderado por Paola Bautista de Alemán sobre las autocracias en el siglo XXI se evaluó la existencia del vínculo entre las autocracias, el crimen organizado y el narcotráfico en la vida política Latinoamericana.

De allí que los cambios políticos en el siglo XXI son distintos a los que se hicieron en el siglo XX. Por ello señala que nos tenemos que preguntar si queremos cambios políticos pactados y si es posible pactar con actores desleales a la democracia que tienen su ejercicio del poder, no solamente alejados de la justicia, sino alineados con el crimen organizado, el narcotráfico, el lavado de dinero, y toda una dinámica no democrática.

Considera necesario hilar muy bien cuál es la conexión que existe entre determinadas fuerzas políticas formales que actúan en Latinoamérica, como el Foro de Sao Paulo, el Socialismo del siglo XXI, el Grupo de Puebla, que son una realidad en el continente, y también conocer cómo operan y su relación con esta forma de interacción política asociadas a lo criminal.

@paoladealeman @red_forma