Picture of the author
Published on

Las comunidades están rompiendo con las estructuras de control ciudadano

Authors
Black power of the celebration of Juneteenth, now a national Holiday. by Tasha Jolley

Francisco Olivares

Uno de los factores que más inciden en contra de la permanencia de Nicolás Maduro en el poder es el deterioro de su estructura social mediante la cual el gobierno ejerce el control de las comunidades. Si bien es un hecho que se observa en las reacciones espontáneas de las comunidades, un amplio estudio del Centro de Investigaciones Populares registra el desmantelamiento de la estructura comunal.

La incertidumbre de la respuesta que dará el 28 de julio el aparato gubernamental de Nicolás Maduro permanecerá hasta la fecha electoral. El camino de la fuerza continúa durante toda la campaña incluyendo las detenciones de los equipos del candidato que puntea, Edmundo González y de la líder opositora María Corina Machado.

Al lado de esto, los insólitos hechos propiciados por el madurismo que diariamente observamos como las clausuras de hoteles y comercios por donde pasa el candidato González, María Corina o cualquiera de los dirigentes nacionales de la Plataforma Unitaria. No se salvan los sonidistas, los que monten tarimas y transportistas a quienes les retienen sus unidades, sean motos, canoas, hasta un caballo, que hayan transportado activistas por las trochas más densas para evadir alcabalas y cierres de vías.

A tan descabelladas acciones de parte del equipo de gobierno, González, en lugar de molestarse y en resguardo de los ciudadanos y comercios de los lugares que visita, optó por viajar con su vianda y los dirigentes se hospedan en casa de amigos, con sigilo, para evitar la venganza, amenazas y cierres contra quienes ofrecen sus servicios a los visitantes.

Son acciones incoherentes que no logran cambiar una realidad que se difunde en las redes sociales y en videos espontáneos que día a día circulan tomados por la gente que asiste a las concentraciones de González y Machado en todo el país.

En ellas no sólo se expresa de manera espontánea la opinión de la gente que respalda el cambio político. Junto a ellos también se unen las voces de comunidades que durante años se identificaron con el chavismo y ahora expresan su descontento y su necesidad de cambio. Eso incluye personas que alzan su voz de descontento desde las reducidas concentraciones del candidato Nicolás Maduro y sus más cercanos jefes del chavismo en donde no faltan exigencias de la larga lista de necesidades y padecimientos. Eso incluye a los tradicionales colectivos y UBCH en donde se reflejan los conflictos internos, peleas y el descontento que llegó a sus estructuras de base.

Lo que dicen las comunidades

Un reciente estudio realizado por el Centro de Investigaciones Populares (CIP) Alejandro Moreno, presentado durante el foro “Perspectivas políticas y sociales de cara a la elección presidencial”, realizado por el Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), a mediados del mes de junio, reveló que, como parte de la pérdida de la base social que durante muchos años apoyó al chavismo y su revolución, esa fractura también se ha extendido al sistema comunal que en este momento estaría prácticamente desmantelado. Las comunidades con nuevas formas de organización están tomando protagonismo.

Para ese estudio se realizaron conversaciones directas con comunidades, focus group, a través del cual lograron captar de manera directa lo que está ocurriendo en las comunidades, los cambios que comenzaron a revelarse a partir de las elecciones primarias del 22 de octubre y la evolución de la gente a la disposición de un cambio político para el país.

El estudio permitió obtener una apreciación amplia del fenómeno político que se está dando en el ámbito nacional, y que según sus coordinadores, Alexander Campos y Mirla Pérez, director y subdirectora del CIP, es un proceso que está cambiando rápidamente. Los grupos focales se realizaron en: occidente: Zulia, Barinas y Táchira; centro-occidente: Aragua y Lara; sur: estado Bolívar; oriente: estado Sucre; región capital: municipios Libertador, Baruta, Sucre, Chacao, La Guaira y la región Guarenas-Guatire.

El estudio abordó el día a día de las comunidades y sus familias, la cotidianidad de las personas, de la familia, las relaciones entre los vecinos y fundamentalmente el control que puedan estar ejerciendo los órganos comunales y los efectos políticos que está teniendo este momento electoral sobre las distintas comunidades.

El estudio señala que se está produciendo una clara conciencia en la gente de cómo el sistema comunal, implantado por el chavismo, ha destruido la vecindad tradicional; que el primer factor de disfunción, dentro de las propias comunidades para ser ellas mismas, es el factor político externo que se aplicó para el control social.

Indagaron con ellos cómo está funcionando el sistema comunal y las estructuras de control social más efectivas, porque son las más cercanas, como el CLAP, y se encontraron que piensan que el sistema comunal se encuentra desmantelado. Señalan que están los espacios, que están en algunos casos las personas que operan allí, pero que no funcionan. Están ausentes de las comunidades en muchos casos, y cuando están presentes solamente funcionan para ellos mismos. Es decir, el uso político de las ayudas está condicionado al apoyo a Maduro o en otros casos se utilizaría para beneficio económico de los operadores.

Las comunidades ya perciben que esas estructuras comunales pueden causar daños y ahora son vistas por las comunidades como sus enemigos. Es decir, la estructura comunal se comporta dentro de las comunidades, como un mal vecino, como un egoísta, que quiere solo los beneficios para sí. Peor aún, es alguien que ataca al propio vecino. “Alguien que está contra mí. Hay una definición muy sutil y muy peligrosa. No es un mal funcionario, es un enemigo”, explicó, Alexander Campos, durante la presentación del estudio.

Campos indicó que hoy podemos decir que el régimen no cuenta con la base social para ejercer el control necesario para un fraude electoral como el que necesitaría para ganar unas elecciones. Pareciera no contar en las comunidades, con la gente que le haga el trabajo sucio. “Si entendemos esto, en su complejidad, podemos darnos cuenta de lo desmantelado que está”, dijo.

La presión electoral ya no la están haciendo en las comunidades, “prácticamente ya no la hay en casi ninguna de las comunidades. Donde sí la hay y agresivamente es en el sector de los empleados públicos. Especialmente en los ministerios. No tienen ya la capacidad de ofrecer incentivos”, concluye.

Campos señaló que el 22 de octubre, con la designación de María Corina Machado, sigue siendo la principal huella que marca el camino de lo que está ocurriendo, como significado político que define lo que se puede hacer.

Asegura “que no estamos solo en una campaña electoral común sino algo parecido a lo que mucha gente siente que es una segunda independencia”. Alerta que los cambios se están produciendo muy rápido y todo puede cambiar en días y en este momento lo único confiable son las tendencias que se alinean para que se abra esa ventana.

La vecindad

El estudio ha revelado que el venezolano se ha reencontrado con la vecindad como un modo de reorganización social. La población ha encontrado que esos vínculos le han servido para atender o resolver las dificultades por malos servicios, problemas económicos, compensar la ausencia de familiares o la inseguridad. Asimismo están experimentando su potencialidad política con la participación. En la vecindad, el venezolano está volviendo a revertir el camino que el régimen había construido para despolitizar a la gente, aislarlo y convertirlo en un sujeto pasivo e individualista.

¿Cómo es el venezolano de hoy?

A partir de la indagación sobre cómo es su día a día se pudo comprender su posición actual ante lo político que hoy no está desligado de su vivencia cotidiana.

Lo primero que se observó es que vemos a una persona drásticamente dedicada al el trabajo. No tiene otra posibilidad sino estar centrada toda su cotidianidad en trabajar. “El venezolano de hoy es una persona con una vida sin reposo, sin descanso. Esta en una búsqueda constante en medio de una realidad que no es estable, es decir, no hay un asidero, un punto de paz en el cual pueda tener sosiego” destaca el investigador Campos.

Señala que esa sensación de inestabilidad de tener que sumergirse en la vida laboral se está profundizando porque la situación del país se está poniendo cada vez más difícil. La percepción hoy del venezolano es que el futuro inmediato será más complicado, se siente que está como frenado, y siente temor de la experiencia de lo vivido en 2014 y los momentos críticos de 2017. “Hay pavor, terror, de volver a vivir la experiencia de 2017”, afirma.

Lo interesante, destaca el estudio, es que, a pesar de la experiencia tan negativa que está viviendo el ciudadano, ésta no es asumida de manera resignada. “Al contrario, tenemos a un sujeto que si bien, está asumiendo esta realidad desde el sacrificio, también lo hace desde el lado crítico y no desde la resignación. Tenemos a un sujeto asumiendo la realidad tan dinámica, de forma sacrificada, pero de lucha, no aceptándola, no asumiéndola como inevitable”, indica Campos.

La nueva palabra es reinventándose

El estudio destaca que esa vivencia no se ve con la misma intensidad en la capital como si se ve en el interior. Ni se vive con la misma intensidad en los sectores campesinos, en la frontera o en los jóvenes. Desde las comunidades, por ejemplo, cuando describen lo que viven expresan frases como: “estamos viviendo la pandemia del bolsillo, la dieta del gorgojo” refiriéndose a la caja CLAP.

Cuando se les preguntó cómo es su día, las expresiones son: “buscar fuerzas, sobrevivir, rebuscarse, esfuerzo, seguir, esperanzas y metas.

Campos apunta que hace dos años atrás pensábamos que el venezolano estaba centrado en sí mismo, que no pensaba en el otro. “Hoy tenemos un individuo con una estricta planificación para cubrir lo esencial que le permita la subsistencia. Porque con aquella definición del venezolano que vivía de la inmediatez, no podría afrontar vivir esta realidad” destaca.

Pero cuando en el estudio se indagó en detalle resalta: “nos damos cuenta que organizan cada cosa que se va a hacer, cada gramo que se va a gastar. Cuánto cuesta el pasaje en determinado transporte frente al otro que me cuesta tanto. Planifica, organiza y proyecta. El emprendimiento ha sido fundamental en los actuales momentos”.

Consciente del cambio

Lo que muestra el estudio del CIP confirma lo que los observadores y analistas del proceso electoral han destacado. Ese venezolano que hoy observamos movilizado está consciente que la necesidad de cambio está también en sus manos y no en un mesías que viene a ofrecer bienestar. Es un proceso que comenzó a darse en la población que protestaba por mejoras económicas y sociales, comenzó a rechazar el modelo de país que se había implantado en 25 años y estableció conexión con lo político a partir de las primarias. Fue un escenario cuya evolución no se podía prever y ha llevado al país a lo que hoy se está reflejando en la calle y en los estudios de opinión especializados. Sus efectos totales a lo interno de la estructura de poder no se conocen en profundidad. Es evidente que en el oficialismo hay fracturas y posturas a favor de un cambio. Su reacción el 28 de julio no es predecible. Pero lo que no se puede borrar es la realidad que se está observando en las calles del país, que se ha posicionado en la gente que habla de democracia, de libertad, producir, trabajar y convivir con reglas igualitarias. Un sentimiento muy difícil de revertir.